Hemos vivido una vida como nunca antes

Somos seres que anhelamos, con prisa feroz, el viaje perfecto de nuestras vidas anodinas, ciudadanas y cotidianas. Pero yo vengo de Estambul, una ciudad de inmensa luz y traigo los ojos llenos de una suave claridad marítima y la piel impregnada de un sol respetuoso. 

 

Vengo de la pulcritud y del olor de la gente, de los árboles quiescentes que adornan sus calles y he vivido, durante varios días, bajo la sombra de unos monumentos bellísimos, cuajados de azul, que asombran a todos los que visitan la ciudad. 



Un vuelo tranquilo